











Quería realizar una escena que representara los tiempos en los que el Santo Oficio perseguía a los libreros y a los compradores de los libros prohibidos por ellos para quemarlos, pero todo lo que se me ocurría me parecía aburrido, demasiado serio y sin gancho... Hasta que pensé en realizar la biblioteca de un mago. Un erudito, excéntrico, huraño, curioso y aficionado a mil temas distintos... Una mezcla entre Merlín y Leonardo Da Vinci. Un personaje muy del Renacimiento, pero sin situarlo en un siglo concreto ni un país determinado. Y así he ido creando y recopilando elementos curiosos para montar la escena. Es pura imaginación. No creo que existiera ningún mago, brujo ni personaje en aquella época que tuviera una biblioteca como la que aquí muestro ni todos los artilugios, pócimas y elementos que lo acompañan, pero la escena me da pie a contar la persecución que hizo la Inquisición de algunos libros, libreros, intelectuales y científicos. Con la biblioteca de este mago, desde lugo, se habría puesto las botas.
De momento sólo puedo presentaros al mago (de Marcia Bakstrom) y algunos de los artículos y detalles que le van a acompañar en la torre que quiero construir para alojar la escena. La estructura se me presenta un poco complicada, pero todo es ponerse...
Para todos los que os gusta que os ofrezca datos sobr el tema, os recuerdo que mientras la Inquisicion Medieval se centraba en la restriccion de otras religiones, de la libertad de culto y pensamiento, el Santo Oficio se dedicaba a represión intelectual de los cientificos e intelectuales de la epoca, se especializó en temas de ortodoxia y de naturaleza académica.
En 1555, el Papa Pablo IV le encargo al Santo Oficio confeccionar una lista de libros los cuales él creia que ofendían a la fe o a la moral. Su cacería no excluyó ni a obispos ni a cardenales de la Iglesia. El resultado de esto fue el primer Indice de Libros Prohibidos en el año 1559. Esta fue la Intitucion que luego condenó a Galileo por su práctica de la ciencia.
En España, entre los delitos considerados por el Santo Oficio contra el orden público se encontraba la lectura, el comercio y la posesión de libros de autores subversivos -sobre todo de los revolucionarios franceses-; la lectura, el comercio y la posesión de libros de autores contrarios a la corona, a España o a la Iglesia, etc.