












A falta de unos rematillos que ya están (casi) solventados, aunque aún se vean en las fotos, ya puede decirse que está terminada. La idea era recrear (con total libertad creativa y mucha imaginación) los tiempos en los que el Santo Oficio perseguía a escritores, libreros, impresores, científicos e intelectuales que manejaran o poseyeran algún volúmen de los incluidos en el Índice de Libros Prohibidos que ordenó confeccionar el Papa Pablo IV en 1555. Aunque la escena no se sitúa en ningún lugar concreto ni siglo determinado y tampoco pretende ser muy realista (dudo de que existiera una biblioteca como ésta en ninguna parte), creo que tiene buen impacto visual y que, esa mezcla de la que hubiera podido ser la casa del mítico mago Merlín y el estudio de Leonardo Da Vinci recuerda a la imagen de un personaje renacentista, erudito y un tanto excéntrico.
Los tapices son de Matilde Mora (Matiyeye); algunos libritos, de Montse Folch y Menci Cruz; el muñeco, de Marcia Backstrom...
Muchísimas gracias por vuestros comentarios.