¿Cuál es el colmo de un miniaturista? Que a su hijo le encarguen como trabajo escolar de fin de curso realizar una escena a escala. Pues esto es lo que nos ha ocurrido.
Para celebrar la jornada de puertas abiertas, la tutora de inglés les ha puesto como labor a sus alumnos (de 7 y 8 años) realizar una "ciudad en miniatura". Cada uno ha tenido que elegir un edificio o comercio típico y reproducirlo con su medios ayudado por sus padres. Mi pequeño, muy avispado él, ha optado por hacer una librería.
Y para el poco tiempo del que hemos dispuesto (3 días), los materiales que hemos usado (cajas de medicamentos, cartón pluma, recortes de revistas...), ha quedado bastante bien. Representa una librería infantil escolar y, como es para la jornada de inglés, los letreros están en ese idioma; tiene los colores corporativos del colegio y se llama como éste: Mirabal.
Lo mejor de esta escena ha sido trabajar junto a mi hijo, darme cuenta de lo mucho que sabe sobre miniaturas (a fuerza de verme... ha aprendido más de lo que creía) y las buenas ideas que tiene sobre reciclaje.
Una vez que decidimos cómo hacerla y qué elementos debía llevar, buscamos una caja de cartón consistente para alojarla y realizamos la fachada con cartón pluma y un acetato para el escaparate. Realicé unas guías para que la fachada se pueda subir y acceder al interior.
Él se ha encargado de recortar todo el papel impreso para los libritos, las paredes, las baldosas del suelo; ha teñido con rotulador las tablitas de los zócalos, marcos, puertas... Ha buscado elementos decorativos entre sus Playmobil para ambientar; ha extendido la arcilla de la fachada (con mi ayuda); se ha ocupado de marcar las yagas verticales de los ladrillos y ha pegado todo.
El mostrador es en realidad una caja de Dalsy pintada con spray; la estantería, la tapa de un estuche de perfumes, con estantes de cartón pluma rematados con una tira de madera; la caja registradora es una caja de plástico con pasta Das y recortes de una revista para los botones y la pantalla; los libros más gruesos son lomos de revistas cortados con cuter (esto lo hice yo); y las lámparas están hechas con dos carcasas de los "Burguitos de Arias", un abalorio y una chincheta. La puerta de entrada la realizamos con la parte superior e inferior de una caja de plástico que contenía abalorios; el reloj, con un tapón de una botella de agua, un recorte de un anuncio y dos tiritas de plástico...
Los cuentos, libritos y revistas que se ven en el banco exterior son reducciones de los que han tenido este año en clase. ¡Ya ha aprendido incluso a escanear originales!
El resultado es más que aceptable. Él está orgulloso... ¡y yo más! Durante el fin de semana y dos tardes después de clase, no hemos hecho otra cosa, pero sólo por ver la reacción entusiasta de los niños de su clase cuando ha llegado esta mañana con su librería en brazos y su carita de satisfacción, merece la pena el maratón miniaturista que nos hemos dado.